El día 15 de Abril (Fin de semana santo en Chile) estaba marcado en el calendario de varios ciclistas quienes con un alto nivel de locura y fortaleza mental antes que física, esperaban participar del evento Brevet 600K - La Estrella.
Una Brevet es un desafío que consiste en pedalear por una ruta pre establecida, registrándose en puntos de control pre definidos y con un tiempo límite, en este caso 40 horas. Por si pedalear 600 K fuera poca cosa, todo esto se debe hacer con total autosuficiencia, es decir el ciclista debe resolver toda la problemática asociada al desafío sin ayuda externa (nada de coches de apoyo. ni bicicletas de repuesto, ni abastecimientos, etc). Como suele suceder en este tipo de eventos de ciclismo de ultra distancia, las categorías estaban definidas según nivel de experiencia y esto determinaba el horario de partida de cada una de ellas.
El primer grupo compuesto principalmente por participantes quienes en su mayoría se aventuraban por primera vez a una locura deportiva de este nivel, comenzaban su peregrinación pedalera a las 6 AM, mientras que los más experimentados partíamos a las 7 AM ("experimentados" en Brevets ya que en mi caso era primera vez que pedaleaba una distancia tan grande), largando un grupo intermedio a las 6:30 AM.
Yo ni siquiera he largado y ya he tenido que pasar por varias aventuras. En primer lugar tuve que sortear el terrible viaje desde Chimbarongo a Santiago, pues era fin de semana largo y mientras todos estaban tratando de huir de la capital, yo estaba intentando entrar. Luego tuve que encontrar donde quedarme, buscar comida tanto para cenar como para desayunar asi como tambien para poder abastecerme para la carrera y si quedaba tiempo ver como llegar al punto de partida.
Llegando a la capital, entro en modo perdición, ya no hay mucho que hacer, el nivel alcanzado es lo que hay y lo que traje es lo que me va a ayudar en este desafío y lo que se quedó, pues la ruta proveerá. Algo que me ayuda mucho en este sentido es contar con un par de check lists de las cosas que debo llevar (Ropa, dispositivos electrónicos, herramientas, etc) trato de dejar todo lo más ordenado posible, para salvar tiempo que puedo invertir en dormir. A veces lo perfecto es enemigo de lo bueno, así que a defendernos con lo que hay y a la cama.
Al despertar, desayuno rápido con avena, huevos y café, más los pancitos para la ruta. Hago la última revisión, para chequear que todo esté en su lugar y a la calle. Una de las cosas que me gusta de ser amateur y de este tipo de eventos es que sabes que siempre vas a fallar en algo, porque son tantas las cosas que debes llevar, pensar y anticipar que para una sola persona es imposible no pasar algo por alto, por lo tanto mientras no largue, estoy como en un permanente estado de alerta que hace que todo pase muy rápido.
En lo personal, siempre suelo dar la cacha en las largadas, principalmente por factores "Huastecas". Santiago es más fácil para moverse en auto que en bicicleta. Para un provinciano como yo no ha sido difícil terminar metido en medio de túneles de autopistas imposibles de pedalear, terminando casi ahogado en un mar infinito de autos y humo, sin saber cómo salir de ahí. Llegar al punto de largada pasa a un segundo plano, lo importante es sobrevivir, pero bueno, eso es tema para otra entrada. Santiago es demasiado poco amigable para tantas cosas.
Lo importante es que este vez pude arribar al punto de partida con unos 10 minutos de tiempo a favor. Llegar y empezar a toparse con amigos y gente que está igual de bicicopata que tu, es una experiencia que vale la pena vivir.
Creo que una de las cosas que más me gustan de las Brevet es que en estos eventos, no existe el factor competencia como lo conocemos normalmente en el deporte. Estos desafíos te ponen a prueba en tantos sentidos y son peligrosos en tantos niveles que se genera un ambiente de auto cuidado entre todos, donde más importa el que todos puedan llegar a la meta, más que hacer un mejor tiempo que este u otro participante. El concepto "Makina" aquí poco importa, hay que estar atento y parar el menor tiempo posible. Es un desafío personal, contra uno mismo, no contra el otro. Ganarle a tal o cual, acá no tiene ningún sentido. Muchas veces no llega primero el que pedalea más rápido, si no que aquel que está más atento, comete menos errores y se detiene por menos tiempo.
En el punto de partida tras un chequeo de los elementos mínimos de seguridad, me encuentro con Felipe Román y Pablo Jiménez quienes viven en Rapel de Navidad, nunca supe porque, pero a ellos durante el desarrollo del evento, no los ví más, ni siquiera en la largada, nunca supe qué les pasó, quizás largaron algo después. Antes de que se diera la partida, marque el punto de meta con foto y QR y luego hice la última revisión de las luces, conexión de baterías y me preocupe de que todo estuviese firme y que nada se haya corrido en el trayecto al punto de partida. En la fila de largada veo al Wlady, Cristian Muñoz, al Pepe y otros "amigos de brevets"
Siendo las 7 de la mañana en punto, largamos. Frente a mí, tenía una ruta de 609 kilómetros y 5.000 metros de ascenso acumulado. Sabía que la ruta pasaba por Til Til, cruzaba la cuesta La Dormida y luego el rumbo era hacia Casablanca. De ahí en adelante sabía que la ruta enfilaba hacia la región metropolitana nuevamente, luego a la sexta región por la costa y nos volveríamos a Santiago por el interior. Ese era todo mi estudio de la ruta. Siempre digo que la voy a estudiar, pero nunca me alcanza el tiempo.
Toda la navegación quedaba a cargo de lo que pudiese averiguar por el camino y principalmente de mi GPS, un Garmin 530 cuyo funcionamiento ha sido clave en estas pruebas para mi, ya que me muevo por lugares que no conozco y donde es fácil perderse, sobre todo en los pasos por las ciudades y los pasos por cordones montañosos donde además es muy fácil desorientarse al estar rodeado de cerros. Igual siempre llevo como respaldo en mi teléfono en una aplicación que se llama Mapout, el track completo con mapas disponibles offline en caso de que hubiese alguna complicación.
Mientras hacíamos los primeros kilómetros para dejar el caos de la capital, nos acompañaba un amanecer con 10ºC con una suave garúa matinal. Algo helado y húmedo, pero manejable utilizando un número de capas ideal. El disponer de las prendas adecuadas es clave para tener un buen desempeño sobre la bici en ultradistancia, pues llevar ropa de sobra, solo suma lastre y que te falte abrigo puede resultar en un abandono o problemas de salud.
En mi caso, sé que mi tolerancia al frío no es mala, mas bien es pésima, por lo que si me voy a enfrentar a un pedaleo con 5ºC, prácticamente debo ponerme una tienda de snowboard completa encima. Menos mal este no era el caso. Esa mañana salí con tricota, cortaviento sin mangas más dos pares de manguillas. Para abajo calzas. A lo anterior se sumaban los accesorios de seguridad, zapatos y un cap.
Pasaban los kilómetros y al fin ya estábamos en las afueras de Santiago en una constante conexión y cruce de caleteras de un lado a otro por la autopista Los Libertadores. El ritmo se sentía bien, el frío se soportaba super y el repaso mental en mi cabeza me indicaba que no se me había quedado nada. De forma natural, se armó un grupo donde iba junto a Cristian Muñoz, Pepe Japa y Pablo entre otros.
Todo iba muy bien hasta que en el kilómetro 28,5 sin tener capacidad de reacción ni opción alguna de prever la situación me ví en el suelo, azotando muslos, pierna y casco, arrastrándome por el pavimento. Hasta este punto marcaba los siguientes valores de avance: 52 mins de pedaleo + 10 seg detenido, 33 mts de ascenso (esto es la suma de lo que vas subiendo en metros), 182W de potencia ponderada (esto es la fuerza que aplicas en cada pedaleada) , 135PPM de frecuencia cardiaca promedio, 90 RPM de cadencia media, 33kmts/hr de velocidad promedio y 11ºC de mínima y media.
La caída fue lenta, no creo que a más de 20 kmts/hr ya que fue al dejar una caletera y tomar una calle interior. El punto es que el golpe fue seco, y sentía mucho dolor en el muslo y la pierna opuesta a la que recibió el impacto, producto de un movimiento brusco e inesperado, para tratar de salvar la caída . Los chicos me ayudaron a pararme. En ese minuto quería cualquier cosa menos ser una molestia para los demás por lo que independiente de que todo me daba vueltas en la cabeza les dije; Todo bien chiquillos, no pasa nada, ustedes por favor sigan. Ellos me vieron machucado, pero en buena forma, así que retomaron la ruta.
Qué pasó? La garúa matinal, mojaba el pavimento y esta pequeña película de agua mezclada con restos de aceite presente sobre la carretera formaba una pasta muy similar al petróleo, pero más densa y en lo extremo resbaladiza lo que hacía perder el control de un segundo a otro sin capacidad de reacción. Mis manguillas, tricota y calza estaban llenas de aceite de motor y de esta "pasta".
Que pensaba en ese minuto? Muchas cosas. En primer lugar no llevaba ni el 5% del recorrido, por lo tanto si en menos de treinta kilómetros me había pasado ese accidente en los 570 restantes me podrían pasar muchas cosas más. Por otro lado estar tan lejos de casa, todo mojado, sucio y adolorido, la verdad es que solo daban ganas de plantearse el para qué tanta tortura si al final esto es por amor al arte. Mejor devolverse y chao, lo intentamos la próxima vez.
Estaba envuelto en esos pensamientos cuando de pronto me planteé el hecho de que si bien, me veía mal a mi mismo, la verdad es que no sentía tanto dolor, entonces pensé y me dije; Si no estas sintiendo tanto dolor a pesar de la caída, es porque estas en calor por el ejercicio y además estás bajo el efecto del "camuflaje de dolor" que siempre aporta la adrenalina, en este caso generada por la caída, Me decidí aprovechar el momento y tomé la decisión de pedalear a tope hasta que aparecieran otros dolores por cansancio y el dolor de la caída pasara a segundo plano.
Tomé la bici e hice 5kmts a una potencia normalizada de 270W (630w max), velocidad media de 35kmts/hr; 153PPM de frecuencia cardiaca media. Estaba full motivado en recuperarme y enfocado en labor de volver al desafío, cuando alcanzo nuevamente al grupo con el que iba hasta el momento de la caída. Me preguntaron si estaba todo bien y que para donde iba tan apurado (risas). Con ellos me fuí hasta el primer punto de control ubicado en Til Til.
Cuando largué, alguien me preguntó cuál era mi estrategia. La verdad es que no había alcanzado ni a estudiar la ruta, por lo tanto menos tuve tiempo para elaborar estrategia alguna. Lo que sí hice fue decidir un parámetro y sus rangos que me sirvieran de guía.
Me decidí por la potencia normalizada y lo que hice fue revisar mi desempeño de la potencia media (la normalizada no tenía como obtenerla facil y rápido) durante 90 minutos de las actividades realizadas en los meses previos (Febrero a abril) en las cuales pude ver que tenía valores medios máximos que se movían desde 230W a 240W para una hora y media. El razonamiento fue el siguiente: el umbral de 90 minutos lo podía mantener por mucho rato, pero me resultaba imposible pensar mantenerlos por 600 Kmts, entonces me quedé con un valor de 200W pero de potencia normalizada como objetivo a mantener hasta que el nivel de fatiga fuera tan alto donde pasaría a la estrategia final; darle a lo que el cuerpo aguantara.
Parece que hasta Til Til todo iba demasiado bien pues hasta ese punto llevaba 82K, 2 horas y 34 minutos de pedaleo + 2 mins detenido (la caída y las tormentas mentales), 230 mts de ascenso, 201W de potencia ponderada, 142PPM de frecuencia cardiaca promedio, 90 RPM de cadencia media, 33kmts/hr de velocidad promedio y 11ºC de mínima y 13ºC de media.
En el punto de control tardé diez minutos en: Registrar punto de control con QR+FOTO, Comer el primer pan de los 4 que llevaba (mi primer consumo de comida), comprar un gatorade para rellenar la primera caramagiola consumida y dar vuelta un basurero atestado de basura con la bicicleta, esto sin darme cuenta. Menos mal la señora del local muy amable me dijo: Vaya no más joven, no pierda tiempo, nosotros lo recogemos. Si no, era tanta la basura que todavía estaría ahí.
Inmediatamente saliendo de este punto de control estaba la cuesta la dormida con 11 Kmts aprox y un ascenso acumulado de 670 mts con pendientes máximas del 11%. Es una cuesta bastante pesadita.
Salí del punto de control junto con Cristian Muñoz y Pablo, iniciando el ascenso a la cuesta, Cristian me preguntó si pensaba dormir, a lo que yo le respondí; pero obvio son 600 kmts y él me dice; Danilo, tu no estas para dormir.
El llevaba un ritmo muy alto, para el cual yo pretendía hacer la cuesta, después de todo quedaban más de 500 kmts por delante. Cristian se pierde cuesta arriba y yo quedé envuelto en la encrucijada de algo que no había ni pensado. Para mi era obvio que había que dormir, cómo iba a andar tanto rato en bici sin parar? Pero el planteamiento de Cristian, despertó una posibilidad que no había considerado. Que podría pasar si no dormía?
Llegando a la cumbre de la dormida, el punto más alto de toda la Brevet, me lanzo con la felicidad que implica enfrentar una bajada tan larga. Llegando a la parte final de la bajada me alcanza otro ciclista y me pregunta;
-Disculpa, a qué pueblo vamos ahora?
-Ehh no tengo idea porque?
-Para saber para dónde vamos...
-Pero como y tu GPS?
-No amigo, no ando con GPS.
-Y el celular? (me lo muestra como indicando que solo servía para hablar, whatsapp y poco más).
Le dije; Pegate atrás, es la única forma en que te puedo ayudar porque no tengo ni idea donde estoy, voy a puro GPS. Y se fué detrás mío un buen rato, pero en una subida se quedó y conectó con un grupo que venía más atrás. En estos eventos, no deja de sorprenderme el arrojo de la gente que asiste, da lo mismo que no tenga esto, ni lo otro, ellos van, nosotros vamos, sin ponernos límites, trabas ni excusas de la falta de cosas para poder vivir la experiencia e intentarlo. Eso me encanta y es como me gusta vivirlo.
Ya había pasado Villa Alemana y comenzaba a encarar la cuesta Lo Orozco. Todo este tramo desde Til Til hasta Casa Blanca lo hice solo, no me topé con nadie conocido. Iba con ganas de alcanzar a Cristian para conversar y acortar algo la ruta, pero no logré verlo hasta casi llegando al templo de Lo Vásquez, nos encontramos y llegamos juntos pedaleando los pocos kilómetros que faltaban para llegar al PC2 - Casa Blanca.
Hasta el punto de control dos, Casa Blanca, llevaba 175K, 6 horas y 18 minutos de pedaleo + 17 mins detenido, 1500 mts de ascenso, 200W de potencia ponderada, 144 PPM de frecuencia cardiaca promedio, 84 RPM de cadencia media, 28kmts/hr de velocidad promedio y 11 grados C de mínima. Mis sensaciones eran super buenas y esto hacía que empezara a madurar la idea de quizás no dormir y hacer la llegada hasta Santiago sin parar, pero la verdad aun quedaba muchísimo. Conversando con Cristian me dice que él se iba a tomar una pausa por unos minutos así que yo marco el punto de control, vuelvo a cargar agua, me como otro pan y sigo.
En mis primeras Brevet tenía toda una pauta y un plan de alimentación según recomendaciones de gente que sabe mucho del tema. Sin embargo siempre terminaba estas pruebas con una sensación como entre mezcla de asco y pocas ganas de comer (barritas, geles y alimentos deportivos eran los principales componentes de estos planes de alimentación). Hasta que conocí a Rodrigo Rojo (Ganador de la primera versión de AcrossAndes) y me dice....compadre en estos eventos usted coma toda lo que quiera y cuando pueda y siempre trata de ir preparado desde antes con lo básico. Así mi alimentación cambio de una pauta y cosas super elaboradas a lo más sencillo con una fuerte base en pan al cual le voy agregando distintos acompañamientos.
En este tramo nuevamente salgo solo, hice la cuesta Ibacache y llegando a María Pinto veo a lo lejos (sin reconocerlos a la distancia) a Felipe Zaguila y a Eduardo Martínez quienes iban junto a otro amigo que no recuerdo su nombre. Cuando ví el grupito a lo lejos me dije; Voy a tratar de alcanzarlos para irme con ellos hasta Maria Pinto. Me puse en los acoples y empecé a darle a los pedales. Me costó mucho pillar, pero los pude alcanzar. Cuando reconocí a Felipe y Eduardo fue como...en qué momento me pasaron? La pregunta fue porque nos hemos encontrado en muchas Brevet previas y siempre largabamos juntos, entonces esta vez no entendía como me habían pasado sin darme cuenta siquiera. Cuando los alcanzó les comento; Oye venían muy rápido, a muy buen ritmo, en que momento me pasaron? y ellos me dicen; Nunca te pasamos, largamos en el grupo que salía antes, nos pusimos a reír e iniciamos una conversación que nos llevó hasta el PC3 en Maria Pinto.
La recepción en este punto de control fué muy buena. Buen ambiente, había abastecimiento a base de frutas, frutos secos, agua, todo de la mano de la excelente organización realizada por la gente de BrevetChile. Hasta acá llevaba 227K, 8 horas y 11 minutos de pedaleo + 30 mins detenido, 1840 mts de ascenso, 197W de potencia ponderada, 144PPM de frecuencia cardiaca promedio, 85 RPM de cadencia media, 27,8 kmts/hr de velocidad promedio y 11ºC de mínima.
Llegando me lanzo con todo a los frutos secos y agua, mucha agua para beber y rellenar las caramagiolas. Estaba en esa labor cuando se me ocurre preguntar a la organización si los primeros iban muy adelante y me dicen que adelante solo iba Lorenzo Viveros mas un grupo de tres ciclistas que estaban saliendo del punto de control. Los miro y reconozco a Cristian Riveros con quien compartí durante la AcrossAndes. Terminé de recargar, acomodarme un poco con la ropa y rápidamente me puse nuevamente en ruta alcanzando a este grupo a las afuera del Punto de control.
Nos pusimos a pedalear los cuatro, pasando por el centro de Melipilla y luego nos dirigimos al camino que conecta con San Pedro de Melipilla. Una ruta que siempre he encontrado sumamente peligrosa por el gran flujo de vehículos y la nula vereda. Además es muy exigente físicamente ya que es un continuo lomaje que exige bastante nivel para mantener un buen ritmo. Estábamos haciendo esta ruta, cuando uno de los amigos pedaleros pinchó. Nos detuvimos a apoyar y acompañar.
Llevábamos 15 minutos detenidos, el amigo había colocado otra cámara, pero al parecer también estaba pinchada. Nadie pasaba durante esos minutos, pero al final aparecieron en el horizonte Ricardo Puschel y Eric Zepeda (Wafle) con quienes continué la ruta. Ellos llevaban muy muy buen ritmo sobre todo en una parte de la ruta que era muy trabada con muchas subidas y bajadas.
Pedaleando llegó la oscuridad y empezamos a hacer uso de las luces. Este tramo era muy pesado con mucho lomaje y pendiente, con pocos sectores planos, eso sumado al desgaste de llevar más de diez horas de pedaleo hacía que no fuese fácil mantener el ritmo de estos amigos, pero como pude me aferré y también pasé a tirar cuando podía.
Algo particular que me pasaba con Ricardo y Wafle es que yo sentía que cuando pasaba al frente iba haciendo el mismo esfuerzo que atrás pero al parecer no era así, parece que inconscientemente metía más ritmo, en general me costaba mucho poder mantener un ritmo fluido con ellos. En uno de estos lomajes, estábamos en la cima cuando empezamos a bajar, íbamos a una buena velocidad y de repente alguien grita y fue como que pasa y no alcancé ni a pensar cuando ví que se acaba el cemento y venía un tramo de tierra, era un tramo ínfimo, pero el susto, me quitó todo el sueño que me estaba llegando.
De hecho en este punto, tomé la decisión de hacer el intento de completar el desafío sin detenerme a dormir. Si bien sentía mucho sueño y cansancio, pensaba que quizás podía soportar la ruta completa y dejar el sueño para después.
Poco antes de las 20 horas llegábamos el punto de control en Rapel de navidad, el cual estaba ubicado al interior de una escuela. Ingresé pedaleando al interior del recinto y la verdad es que la recepción no pudo ser mejor ya que habían pedaleros locales que me conocían y me recibieron entre gritos y aplausos los cuales en esos minutos y siempre la verdad, valen oro porque al final andas haciendo algo que no le importa a nadie y encontrarte con gente que valore el esfuerzo, la verdad es que es muy gratificante y lo mejor estaba por venir ya que al interior del punto de control había abastecimiento completo y hasta vendían pizzas. Me comí cuatro trozos de pizza, frutos secos por doquier un par de chocolates, un café, una coca cola y mucha agua.
Hasta este punto y después de 325 kmts, 11 horas y 43 minutos de pedaleo y 1 hora sin movimiento a una potencia ponderada de 193W, 142PPM, 84 RPM, la fatiga empezaba a hacer lo suyo y los números no eran los mejores. Post Rapel pasé a la estrategia de darle a lo que el cuerpo pudiera.
Cuando me compré las pizzas, entre conversaciones y risas con la gente de Navidad, nunca caí en cuenta que el único pedalero que había en el punto de control no podía ser otro que Lorenzo, con quien había hablado varias veces antes pero solo a través de Instagram. Fue un gusto conocer a tremendo ciclista en estas instancias, conversamos un rato y me preguntaba como iba y si pensaba dormir y donde, le dije que sí y en Pichidegua porque aún no estaba del todo seguro de poder pasar de largo sin dormir, él despidiéndose me dice que pensaba hacer lo mismo.
Marque el punto de control, terminé de comer y me abrigue. Sumé un buff, doble guante y una chaqueta térmica y sin esperar a nadie me puse nuevamente en ruta. Traté de retomar antes que Wafle y Ricardo porque sabía que saliendo de la escuela tocaba subir la cuesta de los leones, la cual subí 75 veces en el verano haciendo un everesting 10K y quería subirla sin mayor desgaste esperando que los chicos me alcanzarán cuando ya estuviese arriba de la cuesta.
Y así fue, me alcanzaron justo arriba. Kilómetros más allá, nos pusimos a conversar con Ricardo. El me contaba que desde niño había soñado con dar la vuelta al lago rapel y en el fondo con esta Brevet estaba cumpliendo ese sueño, aunque claro, el lago lo puedes bordear con una ruta de menos de 150 kmts, aquí solo nos desviamos un par de regiones y kilómetros. Ricardo y Wafle hacen tremendo equipo y andan muy fuerte, fue tremenda experiencia para mí poder compartir pedales con ellos.
Y así nos fuimos los tres hasta saliendo de La Estrella. En este punto nos separamos y me fuí con destino a Pichidegua. En estos lugares me sentía pedaleando como en casa pues acostumbro a hacer estas rutas, ya que están cerca de casa. El frío y el cansancio lo estaba gestionando bien así que me fuí a ritmo tranquilo hasta el puesto de control número cinco, Pichidegua.
Pasado la medianoche llegue a Pichidegua con poco más de 425 Kmts en el cuerpo, una potencia normalizada de 186W, frecuencia cardíaca media de 138PPM y un ascenso acumulado de 3100 metros. En cuanto a sensaciones llegué a este punto de control sintiéndome muy bien así que definitivamente decidí pasar de largo. Aquí me dije; No paras mas hasta que llegues a Santiago. No había vuelta atrás, pero la verdad es que no sabía a lo que me estaba a punto de auto someter.
Entré a la casa de la cultura de Pichidegua donde estaba ubicado el punto de control y me encuentro con Lorenzo y me pregunta si iba a pasar de largo, a lo que respondí afirmativamente y me confirma que el iba a dormir.
Frente a mi en el centro del lugar había una montaña de papas fritas. Mientras marcaba el punto me puse a devorar papitas y algo de frutas. Los chicos de la organización en todo minuto se mostraban muy preocupados de saber como iba y si me sentía bien para lo que pretendía hacer que básicamente era pasar de largo en un lugar que invitaba a quedarse, pues estaba habilitado para comer, hidratarse y pasar la noche calentito. Pero no, yo ya había tomado una decisión.
Me puse a pensar cómo prevenir el sueño y sacarle provecho al café que tenía disponible la organización. Me hice literalmente un ulpo de café con azúcar y le sumé un bloque completo de dulce de membrillo que me quedaba. Me metí todo eso a la fuerza, una acción que post carrera me parece tan asquerosa que ni se me pasa por la cabeza repetirla. Pero estábamos en el desafío y no había que perder tiempo. Hay veces que la comida es un gusto, esta vez solo era bencina.
Saliendo de la casona para retomar la ruta, me topo a Valentina Cerda, quien me dice;
-Para donde vas?
-A pedalear.
-Pero cómo si hay de todo para dormir.
-Ehhhh si, pero voy a seguir.
-Noooooo enserio?....no te vayas dejame sacarte una foto primero.
Valentina es una de las fotógrafas que normalmente acompaña estos eventos, así que volvió con su cámara y me hizo esta foto antes de salir. No es que en la foto salga mejor que en otras, pero no sé, me gustó. Al menos no salgo tan desarmado.
Salí de Pichidegua, poco antes de llegar a San Vicente de TT la ruta se desviaba hacia Guacarhue. Hasta este pueblo anduve relativamente bien, pero saliendo de
Quinta de Tilcoco y sobre todo entre Coinco y Rancagua, el cansancio, la fatiga y sobre todo el sueño acumulado me hizo pasar por unos momentos muy malos, una situación del todo desagradable. Inconscientemente me quedaba pegado mirando el suelo y los ojos se me cerraban. El peligro de moverse bajo estas condiciones reside en el minuto que dejas de tener el control y simplemente respondes a modo de reacción. Recuerdo plantearme no fijar la mirada en un punto, darme cachetadas en mi cara y lanzar gritos al aire. Si, cual drogado pedaleando, drogado de sal yo creo.
Camino a Coinco me puse a gritar como loco, tambien me puse a hablar conmigo en voz alta. Me planteaba problemas absurdos y fáciles de resolver, entré en un estado de pedaleo super lento y en lo extremo ineficiente, en este estado hice 8 kmts a una potencia media de 47 W , frecuencia cardiaca de 100ppm y a 20 kmts/hr, osea practicamente no estaba haciendo esfuerzo y me dejé llevar por el movimiento de la bici. En ese instante solo primaba la idea de no detenerse. Como medida de control recuerdo que me dije; Te subes al camino ocupando espacio de los autos y te bajas de la bici a dormir. Esto nunca pasó y pude seguir, además tuve la suerte de toparme con casi ningun vehiculo en toda esta zona.
El sueño, el cansancio, el frío me tenían muy mal. Era una experiencia extrema la verdad. Cuando uno se somete a estas situaciones , se es consciente de que lo que estás experimentando es como un juego porque sabes que el resto de la semana estarás calentito en tu casa disfrutando de un café con algún pastelito. Pero también sabes que el juego puede salir mal y las consecuencias podrían ser muy graves.
Pienso que estas experiencias te conectan con lo que realmente eres. A veces por comodidad nos olvidamos de lo que realmente somos y de lo que podemos soportar. Vivir estas condiciones te ayuda a entender mejor a los demás cuando pasan por situaciones de frío y hambre, sensaciones complejas enfrentadas no como un juego si no porque las situaciones de vida los han puesto en esas condiciones y puedes entender aunque sea un poquito y contar con las sensaciones frescas en tu memoria para comprender y sentir más empatía, no por lo que te cuentan, si no porque lo viviste, aunque sea como un juego, lo terrible que puede llegar a ser estar viviendo bajo condiciones de este tipo. Creo que estas experiencias te ayudan mucho en poder ser un poquito más humano y recordar quienes somos.
Llegando a Lo Miranda empezaba a sentir más frío. Además estaba a punto de amanecer y siempre ese es el punto más frío del día. Justo afuera de las plantas de Agrosuper había un paradero muy grande y completamente iluminado, me detuve y me terminé de colocar toda la ropa que llevaba en mi seatbag. Prácticamente me vestí como para ir a la nieve.
Nunca me sentí mejor acarreando cosas en bici por mas de 500K porque el abrigo que pude obtener con todas estas prendas, me permitió recuperar las fuerzas que el frío se estaba consumiendo. El poder contar con esta ropa extra me permitió finalmente poder continuar de forma agradable y no tener que detenerme obligadamente, por lo que retomé la ruta seguro de poder soportar el frío que se venía y con la mente puesta en la ruta.
En ese mismo paradero me comí el último pan que me quedaba y un paquete de galletitas Toddys. No tenía mucha hambre la verdad pero comí a la fuerza pues era consciente del gasto energético al que estaba sometiendo al cuerpo ante tanto estrés y desgaste físico a lo cual ahora se sumaba el frío.
El peor momento de este desafío para mí, llegó en el último punto de control ubicado en graneros. Llegue al kilómetro 519 indicado por la organización pero no podía encontrar la botillería que hacía de punto de control. Aquí metí como 12 kilómetros de más tratando de encontrar el punto. La busqueda que hice fue avanzar kilometros de mas buscando el punto, pero al poco andar mi mente se llenaba de dudas pensando que quizás me había pasado y al rato me devolvía, luego volvía a avanzar y me metía un poco por las calles del lugar, pero no podía dar con el punto. Hasta llamé al Kike (miembro de la organización) a esa hora (5-6 de la madrugada) para ver si me podía ayudar. Nos pudimos comunicar, pero desde la distancia tampoco me pudo ayudar mucho.
En esa búsqueda me metí a una placita donde ví a algunas personas que se encontraban compartiendo unas bebidas a esa hora de la madrugada. Ellos deben saber dónde está la botillería pensé y si me quitaban la bici, la verdad es que ya daba lo mismo. En esos momentos cuando tus niveles de idiota buscando un punto de control y muerto de sueño, de frío, de hambre como que hasta la bici te importa poco. Nada de eso pasó y después de contar mentalmente las cuadras como 5 veces, uno de ellos me dijo; Amigo son 7 cuadras más allá. Me fuí contando y ante mi apareció la famosa botillería.
Hasta este punto de control, el último de la Brevet, llevaba 532 kilómetros, 20 horas y 30 minutos de pedaleo mas 1 hora y 20 mins detenido. Entre lo agotado, choreado y aburrido de todo, nunca me di cuenta que el punto no se subió a la plataforma, pero al menos tenía la foto. Ya ni siquiera sabía si en ese rato alguien me había pasado, así que dije; A la mierda si al final, esto se trata de llegar.
Retome la ruta algo frustrado por todo el tiempo perdido, como si el esfuerzo fuera poco, sabía qué fácil había metido unos 10 kilometros de mas. Ya eran cerca de las seis de la madrugada, sabía que estaba a nada de que la temperatura cayera bruscamente. Pasando la carretera panamericana, llegando a San Francisco de Mostazal, me encuentro con una densa Neblina que volvía todo aún más inhóspito.
Pedaleando, a la distancia veo una luz roja parpadear, inmediatamente pensé; Ahí va alguien lo voy a pillar. Me motivé y me esforcé, hasta que alcance a quien yo pensaba era otro participante y no, era una persona que iba de camino al trabajo en su bici. Al menos me sirvió para despertar. Pasando San Francisco la ruta continuaba hacia la cuesta Chada.
Llegando a la cuesta ya había luz día y la temperatura estaba en 8 grados. Subir no fué tan complicado ya que lo hice a ritmo lento y tranquilo. Lo importante era llegar, pero bajar fue super dificil, Bajando mi Garmin registró 2ºC. Baje muy frenado, porque mis manos no podían con el frío. Yo creo que el cuerpo intentaba compensar la falta de temperatura, pero no era capaz.
Con la mente puesta en la meta, saque fuerzas de donde no me quedaban para alcanzar el Río Maipo y enfilar hacia Pirque. Cuando iba subiendo hacia esta ciudad, a lo lejos vi que venía un ciclista de la tercera edad. Yo dije; No puede ser que me pase y empecé a pedalear con mayor intensidad, pero la verdad es que la mejora en velocidad me duró la nada y fuí súbitamente pasado y sobrepasado por ese y muchos otros ciclistas mas de todas las edades. Esto me motivó pues estar pedaleando con mas gente despues de tanto rato solo, la verdad es que me subió el ánimo.
Mentalmente me costó llegar a Pirque, mis ojos no querían ver más subidas. Solo, me automotive pensando en que llegando a Pirque el resto era plano o bajada. Haciendo un último esfuerzo pude llegar y comenzar la bajada por Puente Alto. En esta comuna alcancé los 600 kmts en 26 horas totales y 23 horas y 40 minutos de pedaleo.
Sin embargo, aún faltaba llegar a la meta, el ver los 600 en el GPS me motivó y desapareció el sueño y el cansancio y pude hacer sin mayor esfuerzo pero sí con mucha agonía el tramo final para llegar a la meta a las 09:55 AM. Al final recorrer los 622 kilómetros que fue la distancia total me tomó 26 horas y 55 minutos de tiempo total y 24 horas y 30 minutos de pedaleo, marcando 2 horas y 25 minutos de tiempo detenido. Además marqué 171w de potencia ponderada, 4200 metros de ascenso acumulado, frecuencia cardiaca media de 132ppm, 80rpm de cadencia media, una velocidad promedio de 25,5 kmts/hr y mas de 15.000 calorías consumidas durante el ejercicio.
No obstante fueron muchas cosas las que pude aprender y por sobre todo disfrutar. Me gusta y disfruto mucho haciendo rutas acompañado, pero también me siento muy cómodo pedaleando solo, a mi ritmo, marcando mis tiempos. Fueron 600 K donde disfruté de la compañía de muchos ciclistas, pero también de la soledad de la noche y de compañeros indeseables como el hambre, el sueño y el frío, quienes también hicieron que la llegada a meta y el desafío completo fuese mucho más valorable.
Cuando llegué a la meta, como el último punto de control no se había subido, la organización no contaba con mi llegada, pero igualmente Alvaro Pardo pudo hacerme unas fotos y llegando pude registrar mi tiempo y firmar las fichas correspondientes.
Quisiera agradecer a la organización de Brevet Chile por todo el despliegue siempre con el mejor de la ánimos, lo que nos permite poder participar de estos eventos. y también a los fotógrafos Jaligan , Valita y Álvaro. quienes motivan a escribir de una forma mucho más entretenida al poder contar con todas estas fotografías de gran calidad.
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